Los esfuerzos de China por establecer una presencia competitiva en el mercado mundial de la aviación a través de su avión de pasajeros C919 nacional enfrentan obstáculos importantes. Diseñado para competir con los gigantes de la industria Boeing y Airbus, el avión es producido por el fabricante estatal COMAC. Sin embargo, es probable que las estimaciones de entrega de este año estén muy por debajo de los objetivos, con sólo siete aviones entregados en octubre, en comparación con los 30 previstos para el próximo año.

El C919, un avión de pasillo único destinado a competir con el 737 de Boeing y el A320 de Airbus, representa la ambición de China de avance tecnológico y autosuficiencia. A pesar de estas aspiraciones, depende en gran medida de componentes de origen occidental. Las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China representan un riesgo significativo para la cadena de suministro de COMAC, particularmente con respecto a componentes esenciales para la producción. Según los analistas, las restricciones a las exportaciones y las políticas derivadas de este conflicto comercial obstaculizarán la disponibilidad de los componentes necesarios.

Cabe destacar que el proyecto C919 cuenta con 48 proveedores de EE. UU., junto con varios de Europa y China. Los observadores de la industria sugieren que las disputas comerciales en curso pueden continuar explotando estas vulnerabilidades, complicando las negociaciones y las entregas. Estados Unidos ha amenazado anteriormente con imponer nuevos controles a las exportaciones de tecnologías críticas, lo que aumenta la incertidumbre que rodea el futuro del programa.

Comenzando con vuelos comerciales en 2023, COMAC tiene como objetivo abordar la creciente demanda interna de aviones en las próximas décadas con la mirada puesta en los mercados globales, incluidos el sudeste asiático, África y Europa. Sin embargo, persisten desafíos. Actualmente, las aerolíneas más grandes de China (Air China, China Eastern y China Southern) operan sólo 20 vuelos; la velocidad de las entregas no ha cumplido las expectativas.

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La desaceleración de la producción puede atribuirse no sólo a las tensiones geopolíticas, sino también a un enfoque estratégico en la calidad y la seguridad en el proceso de fabricación. Se produjeron interrupciones recientes cuando Estados Unidos suspendió las licencias de exportación para los motores LEAP-1C del C919, desarrollados conjuntamente por GE Aerospace y la francesa Safran. Esta dependencia de la tecnología extranjera sigue siendo una vulnerabilidad clave para el programa C919, que es susceptible a cambios en el panorama político.

A pesar del optimismo sobre el potencial del C919, la falta de certificación internacional sigue siendo una barrera importante para su adopción generalizada. Las aerolíneas fuera de China, como AirAsia, han mostrado interés en el avión, pero la aprobación de los reguladores de Estados Unidos y la Unión Europea podría tardar años. Para competir eficazmente, el C919 debe lograr la tripleta de buen desempeño financiero, una sólida red de soporte global y una certificación de seguridad exhaustiva, insisten los analistas.

Mientras tanto, Airbus está ampliando sus capacidades de fabricación en China y planea introducir una nueva línea de ensamblaje para aviones A320 para 2026, un desafío creciente para COMAC. Los analistas predicen que a COMAC le llevará años entrar en el dúo establecido de Boeing y Airbus en el mercado global. Hasta que se obtengan las certificaciones internacionales y se resuelvan las incertidumbres que rodean los controles de exportación, es probable que los esfuerzos de expansión global del C919 se estanquen.

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