A medida que el cometa interestelar 3I/ATLAS se acerca a su máxima aproximación al Sol el 29 de octubre de 2025, se han intensificado las especulaciones sobre sus posibles implicaciones para la Tierra. Descubierto por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) financiado por la NASA en Chile el 1 de julio de 2025, el objeto es el tercer visitante interestelar confirmado a nuestro Sistema Solar, después de 1I/ʻOumuamua en 2017 y 2I/Borisov 20 a una velocidad de 190 millas por hora, 3I/ATLAS sigue una trayectoria hiperbólica, lo que indica que se originó desde más allá. nuestro sistema solar y eventualmente saldrá de él sin retorno.
Las observaciones del Telescopio Espacial Hubble y otros instrumentos han revelado un capullo de polvo en forma de lágrima que rodea su núcleo helado, cuyo diámetro se estima entre 1.444 pies y 3,5 millas. El análisis espectroscópico detectó gas cianuro y vapor atómico de níquel, consistente con el comportamiento cometario observado en los objetos del Sistema Solar.
El cometa se acercará al Sistema Solar el 21 de octubre de 2025, siendo temporalmente invisible para los telescopios terrestres, ya que está alineado detrás del Sol. Alcanza el perihelio (su aproximación solar más cercana) a aproximadamente 1,36 unidades astronómicas (AU), o 126 millones de millas del Sol, ubicado entre las órbitas de la Tierra y Marte.
Contrariamente a las afirmaciones alarmistas de un impacto apocalíptico, el consenso científico afirma que 3I/ATLAS no representa ninguna amenaza para la Tierra. Su mayor aproximación a nuestro planeta se espera para el 19 de diciembre de 2025, a una distancia segura de 1,8 AU, equivalente a unos 167 millones de millas. La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), junto con la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), lo clasificaron como un cometa natural y lanzaron una campaña de seguimiento del 27 de noviembre de 2025 al 27 de enero de 2026 para mejorar las técnicas astronómicas en lugar de responder a una emergencia.

Sin embargo, el astrofísico de Harvard Avi Loeb ha presentado una hipótesis provocativa, asignando una probabilidad del 30 al 40% de que la fuente de 3I/ATLAS no sea del todo natural. Loeb, conocido por su trabajo sobre inteligencia extraterrestre y el proyecto Galileo, sugirió que el objeto podría ser un artefacto tecnológico, capaz de maniobrar cerca del perihelio el 29 de octubre.
En anuncios recientes se recomienda precaución, aconsejando “tomar vacaciones antes del 29 de octubre porque quién sabe qué pasará” si el cometa muestra un comportamiento inesperado, como una corrección de rumbo o el lanzamiento de minisondas. Loeb describió esto como un posible “evento del cisne negro”, comparándolo con el escenario del Caballo de Troya, donde la tecnología avanzada aparece como el cuerpo natural. Señaló anomalías como la aceleración no gravitacional y las órbitas divergentes de Júpiter, Venus y Marte como posibles indicadores de propulsión artificial.
A pesar de las especulaciones de Loeb, los astrónomos tradicionales insisten en que las propiedades de 3I/ATLAS son similares a las de un cometa interestelar natural. Observaciones recientes, incluido un cambio de anti-cola a cola convencional, se han atribuido a la calefacción solar más que al control inteligente. Las afirmaciones que vinculan al cometa con profecías como las de Nostradamus o teorías de conspiración generalizadas no tienen fundamento y los expertos las consideran especulativas.
La trayectoria del cometa brinda una valiosa oportunidad para el estudio científico, aumentando la comprensión de la materia interestelar y la formación de planetas. A medida que se reanuden las observaciones después del perihelio, se examinará de cerca cualquier desviación del comportamiento esperado, pero los datos actuales sugieren que no hay necesidad de preocuparse por una catástrofe global.













