Los rebeldes sudaneses expulsaron con éxito a las fuerzas gubernamentales de El Fashar, lo que marcó la capitulación final del régimen en la región de Darfur Occidental. Este acontecimiento sigue a una lucha brutal por la supremacía territorial que se ha caracterizado por acusaciones de genocidio y ha empeorado significativamente una de las crisis humanitarias más agudas del mundo.
Durante más de un año, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) paramilitares sitiaron El Fashar, que representaba la última posición defensiva importante de las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) en Darfur. Las RSF han estado presionando por un gobierno paralelo en la región y han estado involucradas en violentos enfrentamientos con las SAF desde abril de 2023.
Las estimaciones sugieren que 150.000 personas han perdido la vida debido al conflicto en curso, y otros 14 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares. En una transmisión reciente, el jefe del ejército de Sudán, Abdel Fattah al-Burhan, reconoció la pérdida de El Fasher y atribuyó la retirada de su ejército a la destrucción generalizada y a los asesinatos selectivos de civiles.
Los investigadores del conflicto advierten que el control de El Fashar por parte de RSF marca el comienzo de lo que podría convertirse en una masacre de civiles inocentes. Los funcionarios humanitarios informan que cientos de miles de civiles están atrapados en la ciudad, enfrentando una grave escasez de alimentos y atención médica, con rutas de escape bloqueadas en medio de incesantes bombardeos y ataques terrestres.
Aunque los líderes de RSF afirman que se dedican a proteger a los civiles y proporcionar un paso seguro a quienes intentan huir, la Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha recibido graves acusaciones de atrocidades de RSF, incluidas ejecuciones sumarias y pruebas de motivaciones étnicas para los asesinatos. Los analistas señalan el riesgo de una mayor violencia étnica, particularmente contra comunidades no árabes.
Datos recientes registran 390 incidentes de violencia contra civiles en El Fasher y zonas circundantes desde abril de 2023 hasta mediados de octubre de 2025, que provocaron más de 1.300 muertes y ataques adicionales contra desplazados internos. La violencia de origen étnico es un sello distintivo del conflicto, con informes de masacres dirigidas a grupos étnicos no árabes.
La lucha de poder entre el líder del ejército al-Burhan y el líder de las RSF, Mohammad Hamdan Dagalo, se remonta a su alianza inicial en 2019 para derrocar al expresidente Omar al-Bashir. Desde entonces, su relación ha degenerado en un conflicto armado, y ambos generales enfrentan sanciones internacionales por su participación en crímenes de guerra. Estados Unidos ha acusado a las RSF, junto con las milicias afiliadas, de genocidio, citando asesinatos sistemáticos y ataques directos contra civiles, incluida violencia sexual, contra grupos étnicos específicos.
Si bien el gobierno militar de Sudán acusa a los Emiratos Árabes Unidos de suministrar armas a las RSF (cosa que los Emiratos Árabes Unidos niegan), se estima que las RSF tienen 100.000 combatientes, aproximadamente la mitad del tamaño de las SAF. Derivadas de la famosa milicia Janjaweed responsable de la violencia genocida anterior en Darfur, las operaciones de RSF reflejan los patrones brutales que caracterizan las atrocidades pasadas.
La victoria de las RSF en El Fasher se considera un importante punto de inflexión, que solidifica la influencia del grupo sobre Darfur mientras ahora buscan ampliar su control sobre la región de Kordofán, rica en petróleo. La reciente captura de Bara, un importante centro de transporte, por parte de RSF, pone de relieve la dinámica cambiante a medida que se espera que los combates se trasladen a la región central.
Se espera que el resultado en El Fasher y Kordofán desempeñe un papel clave en la configuración del futuro de Sudán, no sólo en términos de control militar sino también en el panorama político más amplio. La posición fortalecida de RSF podría darles influencia en cualquier esfuerzo diplomático global en curso para un alto el fuego.
Los llamados a una intervención internacional urgente están aumentando, lo que enfatiza la necesidad urgente de proteger a los civiles y brindar ayuda humanitaria en medio de una violencia creciente. Crece la preocupación de que la comunidad internacional permita que RSF cometa más atrocidades sin rendir cuentas, mientras algunos defensores piden medidas inmediatas para detener el derramamiento de sangre y defender los derechos humanos básicos en El Fashar.












