A nivel mundial, muchos países han enfrentado desafíos importantes en la vigilancia y vacunación del sarampión durante la pandemia de COVID-19, y Canadá no es una excepción. Esta disminución plantea graves riesgos, a pesar de que el sarampión es la enfermedad más contagiosa del planeta y se puede prevenir completamente mediante la vacunación. Para contener eficazmente la transmisión y prevenir brotes, se requiere una vacunación del 95 por ciento o más.
Sin embargo, estadísticas recientes revelan una tendencia preocupante en las tasas de vacunación en todo Canadá. La cobertura de la primera dosis de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) ha disminuido de aproximadamente el 90 por ciento en 2019 a solo el 83 por ciento en 2023. Para la segunda dosis, la caída fue aún más dramática, cayendo de casi el 86 por ciento a solo el 76 por ciento durante el mismo período.
Algunas comunidades del país se han visto particularmente afectadas por este descenso. En Quebec, por ejemplo, las tasas de vacunación en algunas escuelas del área de Montreal cayeron entre 30 y 50 por ciento, una situación que se hizo eco en partes de Alberta, donde el aumento fue de 29 a 40 por ciento. Estas bajas tasas de vacunación crean condiciones propicias para la propagación incontrolada del sarampión una vez que se infiltra en estas comunidades.
Este problema de salud pública subraya la necesidad urgente de renovar los esfuerzos para aumentar la cobertura de vacunación y fortalecer la conciencia pública sobre la importancia de la inmunización para proteger no solo la salud individual sino la de la comunidad en general.












