El ex presidente filipino Rodrigo Duterte permanecerá detenido en la Corte Penal Internacional después de que jueces de apelaciones rechazaran el viernes una solicitud de liberación por motivos de salud.

El octogenario enfrenta cargos de crímenes contra la humanidad por su presunta participación en decenas de asesinatos como parte de su llamada guerra contra las drogas mientras estuvo en el cargo, primero como alcalde de una ciudad del sur y luego como presidente.

Los abogados de Duterte no lograron demostrar que una decisión de octubre de la cámara baja no fuera razonable, dijo la jueza Luz del Carmen Ibáñez Carranza, dirigiéndose a la sala en pleno en La Haya.

El expresidente no estuvo presente en el tribunal el viernes.

El mes pasado, los jueces decidieron mantener a Duterte bajo custodia, dictaminando que probablemente se negaría a regresar para el juicio y podría usar su libertad para intimidar a los testigos.

Según documentos judiciales, Duterte ordenó y autorizó “actos de violencia, incluido el asesinato, contra presuntos delincuentes, incluidos presuntos traficantes y usuarios de drogas”. Los cargos en su contra datan del 1 de noviembre de 2011, cuando aún era alcalde de la ciudad sureña de Davao, hasta el 16 de marzo de 2019, cuando el país se retiró del tribunal.

Las estimaciones sobre el número de muertes durante el mandato presidencial de Duterte varían. La policía nacional estima el número en más de 6.000, mientras que los grupos de derechos humanos dicen que llega a 30.000. Las familias de las víctimas acogieron con satisfacción el arresto de Duterte en marzo.

Los abogados de Duterte dicen que está “lisiado y debilitado” y que es cruel mantenerlo detenido durante el juicio. En septiembre, el tribunal pospuso la audiencia preliminar hasta que se pudiera completar una evaluación médica completa. Según los documentos de la defensa, las capacidades cognitivas de Duterte han disminuido hasta un nivel en el que no puede ayudar a sus abogados.

El equipo jurídico ha solicitado que sea trasladado a la custodia de otro Estado miembro mientras continúa el proceso. Sin embargo, los jueces de apelaciones coincidieron con la cámara baja en que el riesgo que planteaba su liberación “no podía ser mitigado” por el país no revelado, dijo el juez Ibáñez.

El mes pasado, los jueces también rechazaron una impugnación de su competencia en el caso.

Los fiscales de la CPI anunciaron en febrero de 2018 que abrirían una investigación preliminar sobre la violencia durante el mandato de Duterte. En una medida que, según los activistas de derechos humanos, tenía como objetivo evadir responsabilidad, Duterte, que todavía era presidente, anunció un mes después que Filipinas abandonaría la corte.

Los países no pueden abusar de su derecho a retirarse del Estatuto de Roma, el documento fundacional del tribunal, “protegiendo a individuos de la justicia con respecto a presuntos crímenes que ya están bajo investigación”, escribieron los magistrados en el fallo de octubre. El equipo legal de Duterte también apeló la decisión.

La administración Duterte ya había decidido suspender la investigación del tribunal global, argumentando a finales de 2021 que las autoridades filipinas ya estaban investigando las mismas acusaciones y que, por lo tanto, la CPI –un tribunal de último recurso– carecía de jurisdicción.

Los jueces de apelaciones de la CPI rechazaron estos argumentos y dictaminaron en 2023 que la investigación podía reanudarse.

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