Los legisladores de ambos partidos políticos han expresado su apoyo a las investigaciones del Congreso sobre las operaciones militares estadounidenses dirigidas a embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas en el Caribe y el Pacífico oriental. Esto siguió a un informe del Washington Post que detallaba una orden verbal dada por el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, durante el ataque militar del 2 de septiembre, que pedía el asesinato de todos los miembros de la tripulación.
Si bien la veracidad del informe sigue en duda, y algunos republicanos expresan escepticismo, las implicaciones del próximo ataque para los supervivientes han planteado importantes preocupaciones legales. El senador Tim Kaine, demócrata de Virginia, advirtió que “de ser cierto, esto alcanzaría el nivel de un crimen de guerra”. El representante Mike Turner, republicano de Ohio, insistió en que el Congreso no tenía información detallada sobre el incidente. Señaló que tanto el Comité de Servicios Armados de la Cámara como el del Senado están investigando el asunto. “Obviamente, si eso sucede, es muy grave y estoy de acuerdo en que es un acto ilegal”, afirmó.
La situación se intensificó cuando el presidente Donald Trump confirmó que había hablado con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en su vuelo de regreso de Florida. El gobierno de Estados Unidos dice que los ataques militares han tenido como objetivo los cárteles de la droga dirigidos por Maduro. Trump ha indicado que está considerando acciones similares en territorio venezolano, aunque se negó a brindar detalles sobre su conversación con Maduro.
El gobierno venezolano rápidamente condenó los comentarios de Trump, calificándolos de “amenaza colonial” destinada a socavar su soberanía. Turner expresó su preocupación por las acciones militares, pero señaló que las acusaciones sobre el ataque del 2 de septiembre no habían sido informadas previamente al Congreso.
A raíz del informe del Washington Post, el Secretario Hegseth respondió en las redes sociales, denunciando la historia como “noticias falsas” e insistiendo en que las actividades de Estados Unidos en el Caribe son consistentes con el derecho estadounidense e internacional. “Nuestras operaciones actuales en el Caribe son legales según el derecho estadounidense e internacional”, dijo.
Trump prometió que la administración investigaría la supuesta orden, pero defendió a Hegseth diciendo: “Eso no es lo que quiero, ni un segundo ataque”. Expresó su creencia en la negativa de Hegseth a emitir tal orden.
En una declaración conjunta, el senador republicano Roger Wicker y el senador demócrata Jack Reed, presidente y principal demócrata, respectivamente, del Comité de Servicios Armados del Senado, se comprometieron a seguir de cerca la situación. De manera similar, el presidente y los miembros de alto rango del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes emitieron una declaración subrayando su compromiso con una supervisión estricta de las actividades del Departamento de Defensa en la región.
El representante Dan Bacon de Nebraska enfatizó la necesidad de escuchar el lado de Hegseth, sugiriendo que tal orden sería contraria a las reglas de la guerra y al sentido común. A medida que avanza la investigación, los legisladores están ansiosos por recibir un relato completo de las acciones militares estadounidenses en el Caribe, impulsado por un compromiso bipartidista con la rendición de cuentas y la transparencia.












