Sri Lanka e Indonesia han movilizado rápidamente personal militar para ayudar a las víctimas de inundaciones catastróficas que han matado a más de 1.100 personas en cuatro países asiáticos. Millones de personas se han visto afectadas por las implacables tormentas tropicales y las lluvias monzónicas en Sri Lanka, la región indonesia de Sumatra, Tailandia y Malasia en los últimos días.
En Indonesia, la Agencia Nacional de Desastres ha confirmado al menos 604 muertes y 464 personas aún están desaparecidas. Mientras tanto, Sri Lanka sufrió 366 muertes e igual número de personas desaparecidas, mientras que Tailandia registró 176 muertes. Malasia informa tres muertes en medio de la crisis
El presidente indonesio, Prabowo Subianto, expresó un optimismo cauteloso durante una visita al norte de Sumatra, diciendo que “lo peor ya pasó, con suerte”, mientras el gobierno se centra en proporcionar la ayuda necesaria. El ejército de Indonesia ha desplegado tres buques de guerra, dos barcos hospitales y varios aviones para ayudar en las zonas afectadas por las inundaciones, donde carreteras bloqueadas, infraestructura colapsada y redes de comunicaciones interrumpidas han obstaculizado las operaciones de rescate. Las condiciones especialmente extremas han dejado completamente aisladas algunas zonas de los equipos de ayuda.
La crisis de las inundaciones marca el peor desastre en Indonesia desde el devastador terremoto y tsunami de 2018 en Sulawesi que mató a 2.000 personas. Inundó muchas casas, inundó campos agrícolas y provocó deslizamientos de tierra, aunque aún no se ha evaluado plenamente la magnitud de las consecuencias. Algunos residentes se aferran a los árboles o se refugian en los tejados mientras esperan el rescate.
En Sri Lanka, se declaró el estado de emergencia en respuesta al ciclón Ditwa, que obligó a casi 148.000 personas a buscar refugios temporales. Cuando las inundaciones en la ciudad capital de Colombo alcanzaron su punto máximo, había una cautelosa esperanza de que las aguas retrocedieran cuando cesara la lluvia. Aunque el alcance del daño total es incierto, algunas empresas y oficinas han comenzado a reabrir. Una residente local, Hasitha Wijewardana, expresó su consternación por las consecuencias y señaló las dificultades para limpiar su casa debido al agua estancada y fangosa.
El presidente Anura Kumara Dissanayake se dirigió a la nación y describió el desastre como “el desastre natural más grande y desafiante de nuestra historia” y se comprometió a reconstruir el país mejor que antes. El desastre representa la peor pérdida desde el tsunami asiático de 2004 en Sri Lanka, que mató a unas 31.000 personas y dejó a más de 1 millón sin hogar.
Aunque las lluvias han disminuido en todo el país, las zonas bajas, particularmente en Colombo, todavía luchan contra las inundaciones mientras las autoridades se preparan para un esfuerzo masivo de ayuda. Se enviaron helicópteros militares para transportar a personas varadas y entregar suministros de alimentos, pero, según informes, un helicóptero se estrelló al norte de Colombo durante la misión.
En Tailandia, el Viceprimer Ministro Thamanat Prampo visitó Hat Yai, una de las zonas más afectadas, y prometió restablecer rápidamente los servicios de agua y electricidad y distribuir lámparas solares a la comunidad. Los informes indican que alrededor del 80% de los evacuados en Hat Yai han regresado a sus hogares para evaluar los daños y los esfuerzos de recuperación ya están en marcha. Se recomendó a las víctimas de la región que se registraran para recibir una compensación gubernamental de 9.000 baht y se pusieron a disposición de quienes los necesitaran préstamos sin intereses de hasta 100.000 baht.
Las recientes inundaciones no sólo han causado una importante destrucción física sino que también han perturbado la educación, dejando a decenas de miles de niños sin poder asistir a la escuela en Indonesia y Tailandia. Alrededor de 1.000 escuelas han resultado dañadas o cerradas en Sumatra, donde muchas han sido reconstruidas como refugios de emergencia, según la organización benéfica internacional Save the Children.
Aunque el número de ciclones tropicales en todo el mundo se ha mantenido estable, el cambio climático ha intensificado la intensidad de estos fenómenos, provocando tormentas más fuertes y un aumento de las precipitaciones extremas. A medida que el calentamiento de los océanos añade más energía a los huracanes, ha aumentado el potencial de tormentas severas y destructivas, lo que subraya la necesidad urgente de medidas para responder a estas crisis naturales.












