Una ofensiva federal contra la inmigración ha comenzado en Nueva Orleans, lo que marca una extensión de las agresivas acciones policiales de la administración Trump que se han visto en otras ciudades de Estados Unidos. La operación está diseñada para atacar específicamente a delincuentes violentos liberados después de arrestos por delitos graves, incluidos allanamiento de morada, robo a mano armada y violación. Tricia McLaughlin, subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional, explicó los motivos detrás de la operación, que se centró en sacar a personas que se consideran una amenaza para la seguridad de la comunidad.

Aunque aún no se ha revelado el número exacto de agentes involucrados en la operación, en Luisiana se llevan a cabo preparativos desde hace semanas. El gobernador Jeff Landry, conocido por sus estrechos vínculos con Trump y su alineación con las políticas de la administración, expresó su apoyo a las medidas. Sostuvo que las “políticas santuario” suponen un riesgo para la seguridad al permitir que personas con antecedentes delictivos permanezcan en las comunidades, lo que requiere la participación de los organismos encargados de hacer cumplir la ley.

La operación en Nueva Orleans se suma a medidas similares en ciudades como Los Ángeles, Chicago y Charlotte. La administración de Landry ha expresado abiertamente su oposición a lo que considera políticas de inmigración indulgentes, abogando por una aplicación más estricta para garantizar la seguridad pública. La medida subraya una agenda nacional más amplia sobre inmigración que prioriza la expulsión de personas con antecedentes penales graves.

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