En un ataque reciente a la península ocupada de Crimea, drones ucranianos atacaron y destruyeron con éxito un sistema de defensa aérea ruso valorado en unos 20 millones de dólares, junto con varias estaciones de radar. El acontecimiento pone de relieve la estrategia actual de Ucrania para ampliar sus capacidades militares más allá de las líneas del frente tradicionales, utilizando ataques con aviones no tripulados y misiles de largo alcance para atacar infraestructura militar y energética clave de Rusia.
Según una fuente del servicio de seguridad de Ucrania, conocido como SBU, los ataques incluyeron drones de ataque de largo alcance que atacaron un sistema de misiles tierra-aire Pansyr y dos estaciones de radar en las primeras horas de la mañana. La importancia del sistema Pansir en el marco de defensa aérea de Rusia, enfatizó la fuente, hablando bajo condición de anonimato debido a la sensibilidad de las operaciones, significa que cada unidad destruida reduce la capacidad de Rusia para defender Crimea, una región arrebatada a Ucrania en 2014 y necesaria para apoyar las operaciones militares del Kremlin.
Además de los activos de defensa aérea, los drones ucranianos también han apuntado a dos depósitos de petróleo en Crimea. Uno de los ataques tuvo como objetivo una instalación de almacenamiento de combustible en Hvardiske, provocando un importante incendio, mientras que el otro afectó a infraestructuras en Komsomolska, y la magnitud de los daños es incierta. Informes anteriores del Ministerio de Defensa de Rusia indicaron que cinco drones ucranianos fueron derribados sobre Crimea el mismo día.
La fuente del SBU reiteró el compromiso de la agencia de desmantelar sistemáticamente los sistemas de defensa aérea en Crimea y atacar los depósitos de petróleo que suministran combustible para las operaciones militares rusas. Afirman que estas misiones de ataque profundo dañarán significativamente las capacidades militares y de transporte de Rusia.
En los últimos meses, Ucrania ha intensificado sus ataques con drones y misiles en territorios controlados por Rusia, incluida Crimea, con docenas de ataques contra refinerías de petróleo e instalaciones energéticas. La intensa campaña tiene como objetivo interrumpir el principal flujo de ingresos que financia el esfuerzo bélico a través de Moscú y ejercer presión adicional sobre el Kremlin en medio de estancadas conversaciones de alto el fuego.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, afirmó que los ataques de largo alcance habían reducido la capacidad de refinación de Rusia en un 20%, utilizando principalmente armas de producción nacional. Además, la semana pasada, el ejército ucraniano reveló que había utilizado misiles de crucero Storm Shadow de fabricación británica en un ataque generalizado contra una planta química en la región rusa de Bryansk, un ejemplo notable de cómo Ucrania despliega armas occidentales para atacar objetivos en Rusia.
Históricamente, Ucrania se ha visto obligada a utilizar misiles balísticos y de crucero occidentales para ataques en territorio ruso. Para superar estas limitaciones, Ucrania ha realizado importantes inversiones en el desarrollo de su propia tecnología de misiles y drones de largo alcance, algunas de las cuales tienen capacidades que superan las armas suministradas por los aliados occidentales, incluidos Estados Unidos, el Reino Unido y Francia.











