El miércoles, el ejército estadounidense llevó a cabo un ataque aéreo contra un barco sospechoso de narcotráfico en el Pacífico oriental, lo que marcó otro paso agresivo en su actual campaña contra el narcotráfico. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó que la operación resultó en la identificación de cuatro personas asociadas con la embarcación como narcotraficantes. En una publicación en X, Hegseth enfatizó que el ataque se ejecutó a instancias del presidente Trump y tuvo como objetivo un barco asociado con una organización terrorista designada (DTO).
El barco interceptado estaba bajo vigilancia constante por parte de la inteligencia estadounidense mientras viajaba a lo largo de una conocida ruta de contrabando que se cree que transporta drogas ilegales. El ataque aéreo tuvo lugar en aguas internacionales y, afortunadamente, ningún personal estadounidense resultó herido en la operación. El incidente se sumó a una serie de ataques similares apenas un día antes que resultaron en la muerte de más de una docena de personas, elevando a 60 el número total de muertes en recientes operaciones antinarcóticos de Estados Unidos en la región del Pacífico.
Las operaciones militares son parte de una estrategia estadounidense más amplia destinada a desbaratar el tráfico de drogas hacia el país. Sin embargo, esta agresiva campaña provocó una reacción significativa, especialmente de los países latinoamericanos, que exacerbó las tensiones en la región.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, condenó enérgicamente los ataques en una conferencia de prensa, diciendo que México no aceptaría tales intervenciones militares e instó a adherirse a los acuerdos internacionales. Ella ordenó a su Ministerio de Asuntos Exteriores y a su Armada que cooperaran con el embajador de Estados Unidos para resolver estas operaciones militares.
Los ataques también han generado controversia en Estados Unidos, donde muchos miembros del Congreso cuestionan la legalidad de tales acciones y debaten si el presidente Trump tiene la autoridad constitucional para emitir la orden. Las acciones extremas de los militares también han alimentado el descontento de los países vecinos, incluidos Colombia y Venezuela, que se han opuesto abiertamente a la política de Estados Unidos.
En defensa de la operación, Hegseth reiteró que se sabía que los buques objetivo estaban involucrados en el tráfico de drogas y que las redadas eran parte de los esfuerzos en curso para reducir el flujo de drogas hacia Estados Unidos. El enfoque del ejército ha cambiado recientemente, expandiendo sus operaciones del Caribe al Pacífico, a medida que intensifica su campaña antinarcóticos.
 
            