Recientemente se desarrolló un momento emotivo en el National Memorial Arboretum en Staffordshire, donde se llevó a cabo una ceremonia especial de dedicación de un monumento en honor a los veteranos LGBTQ+. Entre los presentes se encontraba Carl Austin-Behan, un ex bombero de la RAF que enfrentaba el despido del ejército debido a su sexualidad. Austin-Behan, junto con otros veteranos, se reunieron para develar una escultura titulada “Una carta abierta”, que servirá como tributo a los hombres y mujeres en servicio que fueron perseguidos por ser homosexuales durante una época en la que tales orientaciones estaban prohibidas en el ejército.

El evento histórico marcó el primer compromiso oficial del rey Carlos en apoyo de la comunidad LGBTQ+, destacando las contribuciones y sacrificios de quienes trabajaron bajo una política discriminatoria que duró hasta el año 2000, ignorados durante mucho tiempo. Los veteranos que se identifican como homosexuales han enfrentado graves consecuencias, incluidas audiencias inapropiadas, algunos procesamientos, condenas y sentencias.

Austin-Behan, que se unió a la RAF en 1991, cuando tenía 19 años, reflexionó sobre la importancia del monumento. Recuerda el intenso secreto que rodeaba su vida en ese momento y la angustia mental de verse obligado a ocultar su verdadera identidad. En 1997 se descubrió su sexualidad, lo que provocó su inmediato despido del servicio. “En abril de 1997, la Fuerza Aérea descubrió que yo era gay y, en 10 minutos, me expulsaron del campo”, comparte, lamentando cómo lo perdió todo de la noche a la mañana.

Otros veteranos se unieron a él en la ceremonia, incluida Carol Morgan, quien se unió al ejército a fines de la década de 1970 y fue dada de baja cuatro años después. Morgan describió el tratamiento invasivo que soportó, incluidos largos interrogatorios y evaluaciones psiquiátricas, ya que su sexualidad fue diagnosticada como una enfermedad mental. “Este monumento lo significa todo para nosotros. Oculté mi sexualidad durante más de 36 años. Me destruyó por completo”, dijo, expresando orgullo por el nuevo reconocimiento de sus luchas.

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Alison Smith, otra veterana que sirvió en el ejército durante 18 meses antes de ser dada de baja en 1983, también habló del impacto devastador de haber sido expulsada. “Desde que tenía 11 años quise unirme a las fuerzas armadas y en un instante desapareció. Fue casi el fin de mi vida”, explicó.

Tanto Morgan como Smitham agradecieron al Cuerpo de Mujeres del Ejército Real por sus esfuerzos hacia la rehabilitación y la dignidad, y celebraron el regreso de sus boinas como un reconocimiento significativo. El monumento LGBTQ+, un símbolo de aceptación y reconciliación, resonó profundamente entre todos los asistentes, un recordatorio de la fuerza y ​​la resiliencia de quienes han trabajado en silencio durante tanto tiempo.

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