El gobierno de Estados Unidos ha autorizado el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y los barcos que lo acompañan en el Caribe, lo que indica un importante fortalecimiento militar en la región. Si bien Washington insiste en que la iniciativa apunta al tráfico de drogas, los funcionarios venezolanos la han denunciado como un intento de “crear la guerra”.
La expansión sigue a una operación militar lanzada por el presidente Donald Trump a principios de septiembre que, según se informa, resultó en la destrucción de al menos diez embarcaciones en el área sospechosas de albergar narcóticos. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, calificó las acciones de Estados Unidos como una provocación y una escalada de hostilidades.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, aclaró la razón detrás del despliegue, diciendo que era para “mejorar y mejorar las capacidades existentes para interrumpir el tráfico de drogas y degradar y desmantelar las organizaciones criminales transnacionales (TCO)”. El despliegue tiene como objetivo aumentar la presencia militar estadounidense en el Área de Responsabilidad del Comando Sur (USSOUTHCOM), mejorar su capacidad para detectar e interrumpir actividades que amenazan la seguridad y la estabilidad de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
El anuncio se produce a raíz de los comentarios del Secretario de Defensa, Pete Hegseth, de que un reciente ataque estadounidense en el Caribe provocó la muerte de seis personas a bordo de un barco vinculado a una red venezolana de narcotráfico conocida como Tren de Agua. Hegseth reiteró la postura de Estados Unidos contra el tráfico de drogas a través de sus fronteras, prometiendo rastrear y erradicar a quienes participan en tales actividades, equiparándolos con amenazas como Al Qaeda.
Estados Unidos ya ha acumulado importantes activos militares en el Caribe, incluidos aviones de combate avanzados, un submarino nuclear y múltiples buques de guerra. El seguimiento reciente de vuelos también ha indicado el movimiento de bombarderos estadounidenses cerca de la costa venezolana, lo que genera más preocupaciones en Caracas sobre una escalada militar.
Maduro respondió a los acontecimientos acusando a la administración Trump de incitar a una “nueva guerra permanente” y señalando que Estados Unidos había prometido anteriormente mantenerse al margen de los conflictos militares extranjeros. Ha prometido detener lo que considera una guerra fabricada contra su gobierno, al que Estados Unidos acusa de tener vínculos con el narcotráfico.
El presidente Trump, por otro lado, ha insinuado que la acción militar podría extenderse más allá del mar a operaciones terrestres contra Venezuela, insistiendo en que no necesita autorización del Congreso para lanzar tales ataques.
La situación continúa desarrollándose en medio de crecientes tensiones, lo que complica las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela mientras ambos países se preparan para un futuro incierto.












