
El Webb revela secretos en la Nebulosa de la Mariposa
El Telescopio Espacial James Webb ha proporcionado a los investigadores información clave sobre cómo pudo haberse formado la Tierra, al ofrecer una mirada sin precedentes a la Nebulosa de la Mariposa.
Este potente observatorio espacial detectó por primera vez la formación de diminutos componentes básicos para la formación planetaria alrededor de una estrella muerta. Se trata de partículas de polvo cósmico, similares a las que dan origen a los planetas alrededor de estrellas jóvenes.
“Durante años, la comunidad científica ha debatido cómo se forma el polvo cósmico en el espacio. Ahora, gracias al James Webb, finalmente podríamos tener una imagen más clara”, comentó la investigadora principal, la Dra. Mikako Matsuura, de la Universidad de Cardiff. “Pudimos observar tanto gemas frías formadas en zonas tranquilas y duraderas, como residuos incandescentes creados en zonas violentas y de rápido movimiento del espacio, todo dentro de un mismo objeto”.
La Nebulosa de la Mariposa es una enana blanca ubicada a 3,400 años luz, en la constelación de Escorpio. Una nueva imagen captada por el telescopio mostró cómo, en regiones como el toro de la nebulosa, los granos de polvo inician el proceso de construcción planetaria. El tamaño de estos granos sugiere que han estado creciendo durante un tiempo considerable.
3I/ATLAS: Un misterioso visitante interestelar con anomalías químicas
Mientras el Webb desentraña los orígenes planetarios, otro objeto capta la atención mundial: 3I/ATLAS. Un nuevo estudio basado en datos del Very Large Telescope ha reportado una sorprendente detección de níquel sin presencia de hierro en la estela de gas que rodea a este objeto. Esta composición es una firma característica de la producción industrial de aleaciones de níquel, lo que constituye una nueva anomalía para 3I/ATLAS. En los cometas naturales, el hierro y el níquel suelen aparecer juntos, ya que ambos elementos se producen simultáneamente en las explosiones de supernovas.
¿Es esta anomalía otra pista sobre un posible origen tecnológico para 3I/ATLAS? El artículo científico sugiere una formación química a través del canal del níquel carbonilo, una posibilidad extremadamente rara y exótica en cometas, pero que es una tecnología estándar en la refinación industrial de níquel.
La tasa de pérdida de masa de níquel inferida para 3I/ATLAS es de aproximadamente 5 gramos por segundo a una distancia heliocéntrica de 2.8 veces la separación entre la Tierra y el Sol (UA), y muestra un aumento dramático a medida que se acerca al Sol. Los datos espectroscópicos también revelan la presencia de cianuro (CN), con una tasa de pérdida de masa de unos 20 gramos por segundo a 2.85 UA y una dependencia aún más pronunciada de la distancia al Sol.
Estos resultados se suman a las anomalías químicas ya detectadas por el observatorio espacial SPHEREx y el propio telescopio Webb, que revelaron que la estela de gas alrededor de 3I/ATLAS está dominada por un 95% de CO₂ y solo un 5% de H₂O, una composición muy diferente a la de un cometa, que se esperaría rico en agua.
Un debate en el corazón de la física
Estas extrañas características fueron el centro de un reciente debate en Copenhague, durante la conferencia “Temas Actuales en Astrofísica y Física de Partículas 2025”. El evento, que contó con la presencia del premio Nobel David Gross, se llevó a cabo en el histórico Instituto Niels Bohr. Sentado en el mismo auditorio donde figuras como Bohr, Heisenberg y Pauli sentaron las bases de la mecánica cuántica, me encontré reflexionando sobre cómo el espíritu de descubrimiento de aquella época se asemeja a la actual discusión sobre 3I/ATLAS.
Mi charla, originalmente sobre agujeros negros, se amplió a último minuto para incluir los objetos interestelares, a petición del público. La sesión de preguntas y respuestas estuvo llena de una genuina curiosidad. David Gross se interesó en por qué un objeto tecnológico liberaría CO₂ y si existía evidencia de una aceleración no gravitacional. Por un momento, sentí ese espíritu de discusión auténtica y abierta a todas las posibilidades que me atrajo a la física hace 45 años.
El futuro de la observación y una “cita a ciegas” cósmica
La idea de que 3I/ATLAS sea un núcleo mucho más pequeño de los 46 kilómetros de diámetro estimados requeriría una densa coma de polvo para reflejar la luz solar. Sin embargo, no se observó una cola cometaria prominente en las imágenes del Telescopio Espacial Hubble. Si, por otro lado, la mayor parte de la luz solar es reflejada por la superficie del núcleo, entonces 3I/ATLAS es un millón de veces más masivo que el anterior objeto interestelar, 2I/Borisov, una improbabilidad estadística.
La trayectoria de 3I/ATLAS, alineada con el plano de la eclíptica de los planetas, sugiere que podría haber apuntado deliberadamente hacia el sistema solar interior. El 3 de octubre de 2025, pasará a 29 millones de kilómetros de Marte, y la cámara HiRISE del Mars Reconnaissance Orbiter podrá obtener imágenes con una resolución de 30 kilómetros por píxel, lo que podría resolver el debate sobre su tamaño.
David Gross sugirió que también deberíamos observar a 3I/ATLAS con radiotelescopios en busca de cualquier transmisión tecnológica. Estoy de acuerdo. Este encuentro es una “cita a ciegas” de proporciones interestelares. Nosotros ya hemos revelado nuestra existencia mediante transmisiones de radio durante más de un siglo. Este acto podría haber provocado la visita. Si 3I/ATLAS se originó en el borde interior de la Nube de Oort, habría iniciado su viaje hace 80 años, justo cuando las transmisiones de radio se volvieron rutinarias en la Tierra y se produjo la primera explosión nuclear el 16 de julio de 1945.