En una reciente conferencia de prensa, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, acusó al gobierno congoleño de ser el principal obstáculo para la finalización de un acuerdo de paz destinado a resolver el conflicto en curso en el este de la República Democrática del Congo (RDC). La región ha sufrido más de tres décadas de violencia armada que ha provocado importantes víctimas, y las estimaciones sugieren que el número de muertos podría ascender a cientos de miles.

La situación se intensificó a principios de este año cuando el grupo armado M23, respaldado por Ruanda, se apoderó de un territorio importante en el este de la República Democrática del Congo, incluidas ciudades clave como Goma y Bukavu. Este aumento de la violencia provocó renovados esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución.

En junio, se alcanzó un acuerdo de paz histórico entre la República Democrática del Congo y Ruanda con la ayuda de diplomáticos estadounidenses. A esto siguió una “Declaración de Principios” firmada con el M23 en Doha destinada a establecer un alto el fuego permanente. A pesar de estos esfuerzos diplomáticos, la violencia ha continuado, y Ruanda y la República Democrática del Congo se culpan mutuamente por los enfrentamientos en curso.

Durante una rueda de prensa, Kagame expresó su frustración y dijo: “Lo que se está retrasando, les aseguro… no es de Ruanda ni está relacionado con ella”. Acusó a la República Democrática del Congo de imponer condiciones que diferían de las negociadas previamente en Washington, diciendo que estas deserciones estaban obstaculizando el progreso. “Esto retrasa las cosas”, subrayó, señalando con el dedo a los dirigentes congoleños.

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Fuentes de la presidencia de la República Democrática del Congo indicaron que es probable que el 4 de diciembre se firme en Washington un acuerdo de paz que involucre a Kagame y al Presidente de la República Democrática del Congo, Felix Shisekedi. Kagame, sin embargo, arrojó dudas sobre la viabilidad de la reunión, diciendo: “No estoy seguro de que nos vayamos a reunir en Washington… Esperaremos y tendremos esperanza”.

Mientras la situación se estanca, tanto Ruanda como la República Democrática del Congo reconocen la falta de progreso real y Washington se compromete a acelerar la implementación del acuerdo de paz. Este compromiso tuvo eco en una declaración conjunta del Departamento de Estado de Estados Unidos en noviembre, que refleja el estrecho seguimiento de la situación por parte de la comunidad internacional. Mientras el mundo observa de cerca, las complejidades y los desafíos inherentes al logro de una paz duradera en la región se vuelven evidentes.

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