Este mes, un equipo de 60 Minutos dirigido por la corresponsal Sharyn Alfonsi se aventuró en el bullicioso mercado central de Caracas, Venezuela, en medio de crecientes tensiones entre el país y Estados Unidos. La visita marcó una oportunidad importante para los periodistas estadounidenses, ya que el acceso a la nación rica en petróleo es poco común.

Durante su estadía en Caracas, Alfonsi y la tripulación encontraron una atmósfera de extrema inquietud entre el pueblo venezolano. Muchos expresaron aprensión ante la posibilidad de una invasión militar o ataques aéreos estadounidenses. Una mujer preocupada compartió sus temores sobre las implicaciones de tales acciones para su familia: “Tengo hijos (y) nietos, y mi madre todavía está viva. Temo que Venezuela bombardee sin motivo alguno”.

Las tensiones han aumentado drásticamente desde agosto, con ocho buques de guerra estadounidenses estacionados cerca de la costa de Venezuela y más de 10.000 soldados estadounidenses desplegados en la región. El ejército estadounidense lanzó recientemente bombardeos contra embarcaciones que la administración Trump acusa de estar involucradas en una operación de narcotráfico vinculada al presidente venezolano, Nicolás Maduro. Hasta ahora, estos ataques han provocado numerosos naufragios y muertes de tripulantes.

El presidente Trump ha comentado las operaciones militares, destacando que “muchas de las drogas de Venezuela llegan por mar”, al tiempo que ha enfatizado los planes para combatir el tráfico de drogas desde tierra. Muchos analistas esperan que Estados Unidos ejerza presión para sacar a Maduro del poder. El embajador James Storey, ex alto diplomático en Venezuela, señaló que Estados Unidos es capaz de realizar una intervención militar significativa y señaló que “(el gobierno) tiene los recursos para hacerlo todo, incluida la decapitación”.

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En las discusiones sobre las acciones del ejército estadounidense, el senador republicano Rick Scott de Florida comparó las motivaciones con los esfuerzos antinarcóticos específicos. “Creo que se trata básicamente de narco(tráfico) y todas las drogas”, dijo, agregando su deseo de un cambio de régimen en Venezuela.

Finalmente, en medio de una complicada disputa con la administración Trump, Maduro accedió a una entrevista con 60 Minutes. Sin embargo, el esperado diálogo fue cancelado abruptamente debido a “cuestiones de seguridad” antes de que pudiera comenzar. En consecuencia, el equipo de 60 Minutes redirigió sus esfuerzos para interactuar con los ciudadanos en el mercado, buscando comprender los sentimientos locales con respecto al futuro de la presencia y la gobernanza militar estadounidense.

Alfonsi destacó la incertidumbre del debate público en Venezuela, donde los residentes desconfían de la vigilancia del régimen. A pesar del ambiente de miedo, surgieron voces de disensión. “No estoy a favor del gobierno; estoy en contra de él. Quiero que este mundo cambie”, expresó una joven madre con esperanza en un futuro libre del gobierno de Maduro.

Además, al ser consultado sobre la posibilidad de reemplazar a Maduro, otro joven admitió que el cambio era necesario si significaba un mejor futuro para el país.

La mayoría de las personas contactadas por el personal de 60 Minutos negaron las acusaciones de Estados Unidos contra Maduro y la participación del país en el tráfico de drogas. Un hombre enfatizó que la economía de Venezuela está basada en el petróleo, “Venezuela no necesita depender de las drogas”.

A medida que aumentan las tensiones, el Departamento de Justicia ha emitido una recompensa de 50 millones de dólares por el arresto de Maduro, incluidos activos militares estadounidenses adicionales en camino al Caribe. Los observadores predicen posibles resultados para el destino del presidente venezolano, desde el exilio voluntario hasta el arresto o algo peor. A medida que la situación se desarrolla, la incertidumbre se cierne sobre el futuro de Venezuela y su liderazgo.

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