Manifestantes se reunieron el jueves frente a una base de la Guardia Costera de Estados Unidos en el área de la Bahía de San Francisco cuando llegaron agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos para reforzar los esfuerzos federales destinados a detener a inmigrantes indocumentados. Unos 150 manifestantes se reunieron en las primeras horas de la mañana, muchos de ellos con carteles que decían “No ICE ni tropas en la bahía”, una aparente referencia al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos.

Mientras los vehículos de CBP atravesaban el área, las protestas se tornaron violentas cuando las fuerzas del orden desplegaron al menos una granada aturdidora para desalojar a algunos manifestantes de la entrada. Según un informe del San Francisco Chronicle, que citó una fuente anónima familiarizada con la situación, se espera que lleguen esa semana más de 100 agentes federales y de la CBP.

Los funcionarios locales se apresuraron a expresar su desaprobación de la medida federal. El alcalde de San Francisco, Daniel Lurie, y el gobernador de California, Gavin Newsom, ambos demócratas, condenaron la medida, sugiriendo que era un intento de incitar protestas violentas. Sus anuncios indicaron una fuerte oposición a lo que caracterizaron como una respuesta federal agresiva a las cuestiones de inmigración.

Aunque CBP no hizo comentarios inmediatos, una declaración de la Guardia Costera describió la intención del gobierno de implementar una estrategia integral para combatir la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y otras actividades hostiles antes de que lleguen a la frontera de Estados Unidos. Esta declaración enfatiza el esfuerzo cooperativo entre varias agencias federales para utilizar sus recursos de manera efectiva.

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A raíz de estos acontecimientos, se ha hablado de que el presidente Donald Trump despliegue tropas de la Guardia Nacional para hacer frente al aumento de la delincuencia en la región, aunque no se ha proporcionado un cronograma específico para tales acciones. En el pasado, Trump envió a la Guardia Nacional a Washington, DC y Memphis, Tennessee, enfatizando la necesidad de combatir lo que describió como un crimen desenfrenado. Los Ángeles es el punto de partida para tales despliegues, que Trump ha destacado como necesarios para proteger los edificios y agentes federales en medio de protestas en respuesta a los arrestos generalizados de inmigrantes.

A medida que la situación se desarrolla, el conflicto entre los funcionarios federales y las comunidades locales continúa planteando preguntas sobre las políticas de control de inmigración y las estrategias de seguridad pública de California.

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