Los funcionarios de la ciudad de Nueva Orleans están lidiando con un importante problema de flujo de efectivo que amenaza con dejar a la ciudad incapaz de cumplir con sus obligaciones financieras durante el resto del año. Un factor crítico en la situación es la falta de un anticipo previsto de $120 millones de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). Los funcionarios atribuyeron el déficit no sólo al cierre, sino también a las políticas de la administración Trump con respecto a las “ciudades santuario” que limitan la cooperación con las autoridades federales de inmigración.
Con Nueva Orleans enfrentando un déficit presupuestario de $160 millones, la inestabilidad financiera genera preocupaciones sobre la capacidad de la ciudad para cubrir la nómina de miles de empleados. Para gestionar este déficit, los líderes de la ciudad están considerando retirar fondos de reserva e implementar nuevas estrategias de generación de ingresos mientras se preparan para el próximo año presupuestario. La necesidad de endeudarse para cumplir con las obligaciones financieras inmediatas sigue siendo un posible camino a seguir, incluso si el desafiante panorama económico de la ciudad dificulta la obtención del crédito necesario.
Durante una audiencia presupuestaria de emergencia celebrada por el Concejo Municipal de Nueva Orleans, la concejal Helena Moreno expresó su sorpresa por la cantidad de fondos federales (o la falta de ellos) que desempeñan un papel clave en las capacidades de nómina de la ciudad. Moreno, que asumirá la alcaldía en los próximos meses, subrayó la urgente necesidad de aclarar la situación financiera.
El financiamiento anticipado de FEMA es parte del programa de Solicitud Conjunta de Recuperación de Infraestructura de $2 mil millones, diseñado para combinar dólares federales de recuperación de desastres para reparar las carreteras y sistemas de drenaje antiguos de la ciudad. Aunque la ciudad inicialmente retrasó el gasto de estos fondos, buscó extensiones para continuar con las mejoras necesarias. A pesar de las discusiones sobre un sistema de pago adelantado para estos fondos, una solicitud presentada a los administradores nacionales de FEMA en agosto no ha sido procesada, agravada por el actual cierre federal.
El director administrativo interino, Joe Threatt, indicó que las discusiones sobre la financiación han cambiado con los cambios en la administración federal. La percepción de Nueva Orleans como una “ciudad santuario” ha generado preocupaciones sobre la financiación, ya que programas anteriores se han dirigido a ciudades que no cumplían plenamente con los estrictos mandatos de inmigración.
Tanto el Departamento de Policía de Nueva Orleans como la Oficina del Sheriff de la parroquia de Orleans operan bajo órdenes judiciales federales que limitan su cooperación con las autoridades federales de inmigración. Amenazas anteriores del expresidente Trump de retener fondos federales debido a estas políticas, lo que complica aún más el apoyo financiero a la ciudad. Sin embargo, recientes desafíos legales sugieren que la administración puede no estar penalizando a las jurisdicciones únicamente por sus políticas de inmigración.
En medio de la creciente preocupación entre los trabajadores de la ciudad por posibles alteraciones en las nóminas, la bibliotecaria y líder sindical Amanda Fallis expresó su frustración por la falta de transparencia de los funcionarios de la ciudad. Destacó la necesidad de compensar de manera justa a los empleados de la ciudad, insistiendo en que los trabajadores no deberían ser los más afectados por la mala gestión presupuestaria. Los representantes sindicales han programado una conferencia de prensa para argumentar en contra de cualquier suspensión de empleo o despidos derivados del déficit.
Los problemas financieros de la ciudad comenzaron a principios de este año cuando la alcaldesa LaToya Cantrell se retractó de un acuerdo legal de 20 millones de dólares, una medida contra la cual advirtió su director de finanzas debido a las precarias finanzas de la ciudad. Los factores adicionales que exacerban la crisis presupuestaria incluyen gastos inesperados por el ataque terrorista de Nochevieja y medidas de seguridad extendidas durante los principales eventos de la ciudad, los cuales dejaron a la ciudad sin reembolsos federales esperados.
A pesar de los recientes desastres naturales y sus efectos, el considerable déficit presupuestario de la ciudad también fue el resultado de la sobreestimación de los ingresos del fondo general, que fueron inflados en más de 100 millones de dólares, algo que los auditores estatales calificaron de demasiado optimista. La directora de Finanzas, Romy Samuel, destacó que varios factores han contribuido a la actual crisis financiera de la ciudad.
Los defensores de la comunidad han pedido una mayor transparencia en los procesos presupuestarios para reducir tales incertidumbres, sugiriendo que la falta de información disponible ha impedido respuestas oportunas a los desafíos económicos emergentes. Argumentan que mejores prácticas de presentación de informes podrían aliviar parte de la presión que actualmente enfrenta el presupuesto de la ciudad.
Mientras continúan las discusiones sobre cómo estabilizar el presupuesto, las partes interesadas esperan que la ciudad se esfuerce por lograr eficiencia en lugar de recurrir a medidas de austeridad tradicionales que comprometen los servicios esenciales de los que dependen los residentes.