Isidore e Ida Strauss están grabados de forma indeleble en la historia del desastre del Titanic como dos de sus víctimas más famosas. Conocido como uno de los pocos pasajeros de primera clase que perdió la vida, su historia capturó la imaginación del público, sobre todo a través de su papel en la aclamada película de James Cameron “Titanic”.

Cuando el barco se enfrenta a su trágico destino, a los Strauss se les ofrecen asientos en un bote salvavidas, pero toman la drástica decisión de permanecer juntos, negándose a separarse. Isidore, copropietario de los famosos grandes almacenes Macy’s de Nueva York, finalmente fue encontrado muerto, pero el cuerpo de Ida nunca fue recuperado.

En un importante avance de más de un siglo de antigüedad, se subastará el reloj de bolsillo de oro que llevaba Isidoro en el momento del hundimiento. Recuperado de su cuerpo y devuelto a su hijo Jesse, se espera que el artículo histórico se venda por la impresionante cifra de £1 millón (alrededor de $1,3 millones) en una subasta realizada por la casa británica Henry Aldridge & Son.

El reloj, grabado con las iniciales de Isidore y la fecha del 6 de febrero de 1888 (su cumpleaños número 43 y el año en que él y su hermano Nathan se convirtieron en socios de pleno derecho de Macy’s), ha permanecido en la familia durante generaciones. La casa de subastas lo describió como “uno de los artículos del Titanic más significativos e icónicos jamás ofrecidos a la venta”, añadiendo importancia histórica a su próxima subasta.

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Los últimos momentos de la pareja han sido representados de manera inquietante en versiones cinematográficas, sobre todo en la película de 1997 Isidore e Ida, interpretadas por Lev Palter y Elsa Raven, que los muestra aferrados el uno al otro en medio del caos. De hecho, según relatos de testigos presenciales, fueron vistos por última vez tomados de la mano en la cubierta del barco, decididos en su decisión de permanecer juntos ante el desastre.

Documentos de los Archivos Nacionales del Reino Unido revelan que fueron dirigidos al bote salvavidas ocho, pero Isidore se negó a abordar cuando a los jóvenes todavía se les negaba el paso. Su esposa se hizo eco de sus sentimientos e insistió: “Donde tú vayas, yo voy”, fortaleciendo el vínculo que compartían ante un peligro inminente.

A medida que se acerca la subasta, la historia de Isidore e Ida Strauss sigue siendo un conmovedor recordatorio del amor y la lealtad, una de las tragedias marítimas más infames de la historia.

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