La reciente visita del presidente estadounidense Donald Trump a Corea del Sur subrayó los fuertes lazos bilaterales entre los dos países, particularmente en seguridad y cooperación militar. Durante su visita, Trump afirmó el apoyo de Washington a los planes de Seúl de comenzar el desarrollo de submarinos de propulsión nuclear, una medida considerada crucial dadas las actuales actividades militares de Corea del Norte.
Corea del Sur es reconocida como líder en el desarrollo de submarinos de propulsión convencional a través de su programa KSS, que consta de varias fases: KSS-I, KSS-II y KSS-III. La industria naval de Corea del Sur ha logrado avances significativos en el diseño y construcción de submarinos equipados con tecnologías avanzadas y sistemas de combate avanzados para cumplir con los requisitos de la Armada Real de Corea. Estos esfuerzos son particularmente importantes ante las crecientes tensiones militares tanto de Corea del Norte como de China, y Corea del Sur está tomando iniciativas para aumentar sus capacidades de defensa naval y antisubmarina.
Durante años, Corea del Sur ha pretendido desarrollar submarinos de propulsión nuclear para mejorar las capacidades de patrullaje a largo plazo y la disuasión estratégica de su fuerza submarina. Actualmente, la Armada de Corea del Sur opera submarinos diésel-eléctricos, que enfrentan limitaciones en cuanto a la duración de la inmersión y requieren reabastecimiento de combustible frecuente. Los submarinos nucleares, por el contrario, permanecen sumergidos durante períodos de tiempo más largos y operan con mayor sigilo.
Sin embargo, Corea del Sur enfrenta obstáculos técnicos y regulatorios para hacer realidad esta aspiración, en particular la necesidad de un reactor nuclear compacto adecuado para su despliegue submarino. Este objetivo se complica por los acuerdos nucleares existentes con Estados Unidos, que limitan el enriquecimiento de uranio de Corea del Sur para fines pacíficos a menos del 20%, requiriendo la aprobación previa de Washington.
Durante las conversaciones entre Trump y el presidente surcoreano, Lee Jae-myung, surgieron preocupaciones sobre la necesidad de combustible nuclear para impulsar los submarinos previstos, especialmente ahora que los submarinos convencionales alcanzan sus límites operativos bajo las demandas estratégicas actuales. El asesor de seguridad nacional, Y Sung-lak, confirmó que Trump reconoció la necesidad de Corea del Sur de tener submarinos de propulsión nuclear y expresó su voluntad de entablar más conversaciones. Sin embargo, también señaló que los tratados existentes requieren ajustes ya que no permiten el uso de material nuclear con fines militares.
Esta conversación sobre propulsión nuclear coincide con avances recientes en el programa KSS-III. Hace apenas unas semanas, la Armada de Corea del Sur, junto con la empresa Hanwha Ocean, botó el Jang Yong-sil (SS-087), el primer submarino de la serie KSS-III Batch II construido con tecnología nacional. El nuevo modelo tiene mejoras significativas con respecto a su predecesor, incluidos sistemas de propulsión mejorados, baterías de iones de litio para una inmersión prolongada y una mayor proporción de componentes de producción nacional, lo que reduce la dependencia de proveedores extranjeros. Se espera que el programa KSS-III Batch II sirva como un paso clave hacia la posible realización de una plataforma de propulsión nuclear.
El creciente interés de Corea del Sur en los submarinos de propulsión nuclear surge a raíz del acuerdo AUKUS, un acuerdo trilateral entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos que permite la transferencia de tecnología nuclear a Canberra. El acuerdo sugiere que Washington podría estar dispuesto a compartir capacidades nucleares sensibles con aliados dentro de parámetros regulatorios y de defensa más estrictos. Para Corea del Sur, sirve como punto de referencia político y tecnológico, indicando que es posible adquirir tecnología de propulsión nuclear en un acuerdo bilateral similar, sin necesariamente poseer armas nucleares.










