Un incidente preocupante en Washington, DC, ha generado serias preocupaciones sobre las prácticas de aplicación de la ley y la transparencia, particularmente en lo que respecta a agentes federales. Durante una parada de tráfico el 17 de octubre, un agente federal de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) disparó e hirió a un hombre negro desarmado, identificado como Philip M. Brown. El encuentro se volvió fundamental tanto para la investigación policial como para una conversación más amplia sobre la responsabilidad policial.
Brown, de 33 años, de Hyattsville, Maryland, pasó tres días en prisión acusado de huir de la policía. Sin embargo, un juez pronto desestimó las acusaciones y afirmó que no había pruebas que respaldaran la afirmación de que se había fugado. Los abogados de Brown argumentaron que el incidente reveló un intento de encubrimiento por parte del Departamento de Policía Metropolitana (MPD) porque el informe policial de su arresto no mencionaba específicamente el tiroteo. La omisión dio lugar a acusaciones por parte de los representantes legales de Brown de que los funcionarios estaban encubriendo deliberadamente los hechos.
Durante la vista judicial sobre los cargos desestimados, un agente de policía testificó que se le ordenó no incluir ninguna referencia al tiroteo en el informe policial. Además, los abogados de Brown alegaron que el MPD se negó a proporcionar imágenes críticas de la cámara corporal que podrían haber arrojado luz sobre el incidente.
Según los abogados de Brown, los disparos alcanzaron la ventana del lado del conductor y el asiento del pasajero delantero de su vehículo a la altura del pecho, lo que resalta el potencial de un desenlace fatal. Uno de sus abogados, E. Paige White, enfatizó la gravedad de la situación y afirmó: “Tenemos suerte de que nuestro cliente esté vivo. Podría haber estado muerto”.
Los informes de las autoridades indican que la camioneta de Brown fue detenida por vidrios muy polarizados y faltaba una placa delantera. El agente de HSI que disparó afirmó que los disparos fueron “defensivos” y que lo hizo por temor por su vida y la seguridad de los demás. Un portavoz del Departamento de Seguridad Nacional describió el incidente como una tendencia preocupante y señaló un aumento de los ataques contra el personal del DHS, incluidos choques con vehículos y otros actos de violencia.
Las críticas a la justificación del tiroteo por parte de la agencia están lloviendo. Bernadette Armand, una de las abogadas de Brown, calificó las afirmaciones del DHS de “escandalosas” porque el informe policial no documentó el tiroteo. “¿Qué van a decir? ‘¿Le disparamos a un hombre negro desarmado en su coche durante una parada de tráfico de rutina?'”, comentó Armand, destacando que los agentes siempre intentan racionalizar sus acciones.
El tiroteo ocurrió en medio de mayores medidas de seguridad en Washington, DC en respuesta a una emergencia criminal declarada por el entonces presidente Donald Trump. El gobierno federal ha desplegado cientos de agentes de diversas agencias policiales, junto con la policía local, para intensificar las patrullas en toda la ciudad. La participación de agentes federales ha provocado un debate sobre su capacitación e idoneidad para la vigilancia policial de primera línea.
La experiencia de Brown lo ha dejado profundamente traumatizado, según su equipo legal, y actualmente están considerando una posible demanda por no haber cumplido la ley con su arresto y responsabilidad. A medida que continúe la investigación, se centrará en las acciones de las autoridades locales y federales, lo que generará un mayor debate sobre las prácticas policiales y la necesidad de transparencia y reforma.












