Beatriz Flamini, una escaladora española de 50 años, completó el desafío sin precedentes al pasar 500 días sola en una cueva subterránea de casi 230 pies cerca de Granada, España. El inusual esfuerzo, que comenzó en noviembre de 2021, es parte de un estudio científico destinado a explorar los efectos psicológicos y físicos del aislamiento prolongado. Durante su estancia bajo tierra, Flamini no tuvo contacto directo con el mundo exterior, incluidas noticias o indicios de emergencias.
El aislamiento fue una elección consciente de Flamini, sumergiéndose en diversas actividades como leer, pintar y hacer ejercicio para construir una rutina diaria sin relojes, luz solar ni sentido del tiempo. Inicialmente, reservó dos meses para contar los días, y luego estimó que pasó entre 160 y 170 días en la cueva antes de recuperarla. Después de regresar a la superficie, describió su primera reacción al despertar: “Cuando vinieron a buscarme, me quedé dormida. Pensé que algo había pasado. Dije: ‘¿Ya? Por supuesto que no’. Al reflexionar sobre su experiencia, Flamini expresa su reticencia a abandonar la cueva, destacando la profundidad de su soledad.
Investigadores, psicólogos y expertos en cuevas siguieron de cerca a Flamini durante su estancia en la cueva, recopilando datos sobre los efectos de la privación sensorial crónica y el aislamiento social. Los informes sugieren que su mente comenzó a generar sonidos en ausencia de estímulos externos, lo que provocó alucinaciones auditivas. Se produjo un incidente notable cuando una falla del enrutador requirió una breve salida de la cueva durante ocho días. Sin embargo, esta vez está sola y vive en una tienda de campaña sobre el suelo. A pesar de esta interrupción, el tiempo total de su equipo bajo tierra sigue siendo de 500 días, a la espera de la confirmación de Guinness World Records.
La vida en la cueva no estuvo exenta de desafíos. Flamini tiene encuentros inesperados, incluido un enjambre de moscas que se acercan a ella, un testimonio de cómo los pequeños cambios en su entorno aislado pueden sumar. Sin embargo, ella se mantuvo firme en su desafío y nunca se desvió de las reglas del experimento.
Después de su aparición, Flamini esperaba con ansias los placeres simples de una ducha, huevos fritos con papas fritas y volver a conectarse con sus seres queridos. Su salud física se encuentra actualmente bajo evaluación y está comprometida a someterse a una evaluación médica adicional antes de retomar su pasión por el montañismo o emprender actividades extremas similares. Los hallazgos del aislamiento de 500 días de Flamini ya se consideran importantes para comprender los efectos a largo plazo del aislamiento en la psicología y fisiología humana.