Un informe oficial reciente reveló que una proporción significativa de las fuerzas policiales en Inglaterra y Gales (alrededor del 25%) aún no ha implementado los procedimientos necesarios para investigar los delitos sexuales. El hallazgo plantea serias preocupaciones sobre la seguridad de las mujeres, haciéndose eco de las promesas de reforma que surgieron después del trágico asesinato de Sarah Everard en marzo de 2021. Everard fue secuestrada en una calle de Londres por el oficial de policía en servicio Wayne Couzens, un incidente que conmocionó a la nación y exigió acción inmediata.
El informe, preparado por Dame Elish Angiolini, surge tras una investigación iniciada en respuesta al asesinato de Everard. La investigación de Angiolini destaca la “parálisis” del sistema que impide las mejoras necesarias, a pesar de que los delitos sexuales contra las mujeres en público están “generalizados”. Es alarmante que muchas de las recomendaciones del informe anterior de Angiolini de hace un año sigan sin resolverse.
En una conmovedora reflexión incluida en el informe, la madre de Sarah, Susan Everard, comparte su profunda angustia: “Todavía siento una mezcla de emociones: tristeza, rabia, pánico, culpa y entumecimiento… Todavía me siento mal por lo que ella sufrió”. Este relato personal subraya el dolor continuo no sólo para su familia sino también para innumerables mujeres que todavía se sienten inseguras en público.
El informe destacó la falta de conciencia por parte de la policía y el gobierno sobre los ataques a mujeres por parte de extraños en lugares públicos. Angiolini señala que muchos de los compromisos asumidos por los dirigentes tras el asesinato de Everard no se han cumplido. En concreto, señaló que el 26% de los cuerpos policiales no implementaron protocolos básicos para la investigación de delitos sexuales, incluidos los incidentes obscenos.
El informe critica las estrategias actuales para prevenir tales crímenes. Angiolini sostiene que la atención debe centrarse en el comportamiento depredador de los delincuentes masculinos en lugar de mejorar el alumbrado público o proporcionar consejos de seguridad para las mujeres. “Un enfoque disperso” no es suficiente para prevenir la violencia. En su opinión, es necesario desviar recursos y estrategias para disuadir a los delincuentes de cometer actos violentos en primer lugar y prevenir la reincidencia.
Si bien existen algunos programas policiales (como el Proyecto Vigilante, la identificación de depredadores en lugares de vida nocturna y la Operación Soteria) diseñados para mejorar la forma en que se manejan los casos de agresión sexual, Angiolini dice que se necesitan esfuerzos más integrales y sostenidos. Elogió la promesa del actual gobierno laborista de reducir a la mitad la violencia contra las mujeres y las niñas en el plazo de una década, pero señaló que aún no se había establecido un marco estratégico para lograr este objetivo.
Al reflexionar sobre la situación, Angiolini comentó que la sociedad ha reconocido con tristeza que muchas mujeres no están seguras en las calles. Pide un cambio de paradigma significativo en la forma en que las autoridades nacionales perciben y priorizan la violencia contra las mujeres. Su informe critica la dependencia de medidas de corto plazo basadas en la buena voluntad y advierte que sin programas coherentes y bien financiados, el ciclo de violencia contra las mujeres continuará.
En total, Angiolini propuso 13 nuevas recomendaciones destinadas a abordar las fallas sistémicas para proteger a las mujeres. El próximo año se publicará una revisión exhaustiva de la cultura policial, seguida de un examen del caso del ex oficial de policía David Carrick, quien utilizó su cargo para cometer actos de violencia contra las mujeres.
A pesar de la importante protesta pública y los llamados a cambios, este informe es un claro recordatorio de que los avances significativos en la protección de las mujeres contra la violencia han sido lentos.












