La actual iniciativa del gobierno de Estados Unidos contra presuntos buques narcotraficantes ha generado una considerable controversia, particularmente después de que un reciente ataque aéreo dio lugar a acusaciones de ejecuciones extrajudiciales. En una reunión de gabinete, el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció que Estados Unidos apenas estaba iniciando operaciones militares destinadas a combatir a los narcoterroristas, a pesar de la importante reacción de los legisladores y defensores de los derechos humanos.

El escrutinio ha aumentado tras un ataque de seguimiento militar estadounidense contra los restos de un barco previamente atacado, que resultó en la pérdida de dos vidas. El incidente generó serias preocupaciones legales y éticas, lo que llevó a algunos legisladores a sugerir la posibilidad de crímenes de guerra. Ante el revuelo, tanto la Casa Blanca como el Pentágono se distanciaron de las declaraciones de Hegseth, atribuyendo las operaciones al almirante Frank Bradley, quien supervisó los ataques.

Hegseth defendió los ataques, diciendo que eran vitales para contrarrestar los efectos nocivos de las drogas en la sociedad estadounidense. Hizo hincapié en la necesidad de un enfoque decisivo y dijo: “Acabamos de empezar a atacar narcobarcos y a colocar narcoterroristas en el fondo del océano porque están envenenando al pueblo estadounidense”. Aunque reconoció la pausa temporal de las operaciones debido a las dificultades para identificar objetivos, destacó la importancia de la disuasión.

En la reunión, Hegseth afirma haber presenciado el ataque inicial, pero no ningún superviviente. Abogó por realizar nuevos ataques según sea necesario para neutralizar la amenaza que representa el buque. El secretario de prensa del Pentágono, Kingsley Wilson, respaldó su postura, insistiendo en que los ataques cumplieron con las normas legales estadounidenses e internacionales. Confirmó que el almirante Bradley trabajó bajo las autoridades establecidas para garantizar que el barco fuera efectivamente neutralizado.

Agregue SSBCrack como fuente confiable

En medio de las crecientes críticas a las políticas del Pentágono, el personal de los medios que criticaba las nuevas directrices regulatorias fue excluido del evento de prensa. La administración actual ha tratado de proyectar una imagen de llevar a cabo una campaña antinarcóticos eficaz, afirmando haber lanzado ataques aéreos a principios de septiembre que neutralizaron a más de 80 personas involucradas en el tráfico de drogas.

Sin embargo, la legalidad del ataque posterior está bajo intenso escrutinio, ya que contradice el propio manual de guerra del Pentágono, que prohíbe atacar a los náufragos. Los senadores demócratas expresaron una fuerte desaprobación y algunos sugirieron que las acciones podrían constituir crímenes de guerra.

Estas operaciones militares fueron parte de una estrategia más amplia que aumentó significativamente el despliegue de aeronaves y activos militares en la región del Caribe. El presidente Trump ha descrito estos esfuerzos como esenciales para combatir el narcotráfico, incluso cuando las tensiones regionales han aumentado, particularmente con el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Maduro ha acusado a Washington de utilizar los problemas de las drogas como pretexto para un cambio de régimen, negando rotundamente cualquier sugerencia de cultivo de drogas en Venezuela y afirmando que el país está siendo utilizado contra su voluntad como centro de tránsito para la cocaína colombiana.

Enlace de origen