China está logrando rápidos avances en el campo de la aviación militar, centrándose particularmente en el desarrollo de aviones de sexta generación y la producción de cazas furtivos de última generación. El último hito de este prestigioso programa es la inauguración de un nuevo avión de entrenamiento avanzado basado en portaaviones diseñado para formar a futuros pilotos navales. Aunque aún no se ha revelado la designación oficial del avión, está siendo desarrollado por Hongdu Aviation Industry Group (HAIG), que se ha ganado una sólida reputación en la producción de plataformas de entrenamiento de pilotos.

Imágenes recientes del avión arrojan luz sobre características técnicas clave, revelando una configuración tándem de dos asientos y un diseño de ala en flecha. El avión está propulsado por un sistema de propulsión bimotor, con motores WS-17 de producción local como opción principal. Además, cuenta con dos estabilizadores verticales inclinados externamente, estabilizadores horizontales y alas ventrales. En particular, como muchos de los modelos actualmente bajo prueba, este avión se presentó con un llamativo acabado de pintura con imprimación amarilla.

Los analistas occidentales especularon sobre las posibles adaptaciones del avión para un papel de combate ligero debido a su tamaño y la presencia de puntos de montaje en las alas, sugiriendo que podría estar equipado con misiles aire-aire. Si se confirma, esta capacidad lo alinearía con otras plataformas versátiles como el M-346 italiano y el FA-50 de Corea del Sur, que sirven tanto para fines de entrenamiento como de combate.

Para garantizar que el avión pueda operar eficazmente desde portaaviones, está equipado con una sección de morro rediseñada junto con un tren de aterrizaje reforzado que mejora la maniobrabilidad a bajas velocidades y altos ángulos de ataque. Es un tema de debate si el avión tendrá un sistema de gancho de cola para los aterrizajes en portaaviones. Este aspecto es de particular importancia ya que los modelos anteriores, como el JL-9, sufrieron problemas con el diseño del gancho de cola, lo que obstaculizó sus capacidades de aterrizaje en los portaaviones.

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Además, el desarrollo de este nuevo avión de entrenamiento representa un cambio estratégico para la industria de la aviación nacional de China, ya que proporciona un sistema de entrenamiento avanzado que carece de componentes occidentales. Este aspecto es particularmente relevante dados los desafíos que enfrentan los actuales entrenadores JL-10, que dependen de motores de fabricación ucraniana, lo que ha generado dificultades logísticas y de mantenimiento. Los informes indican que se están realizando esfuerzos para incorporar motores WS-17 en estas plataformas para mejorar la confiabilidad.

En esencia, este nuevo avión de entrenamiento no sólo aumenta las capacidades de formación de pilotos de China, sino que también lo convierte en una oferta competitiva para los clientes internacionales que se asocian con Beijing. El compromiso del país con el desarrollo de tecnologías aeroespaciales autóctonas es un testimonio de sus objetivos militares estratégicos y su crecimiento industrial.

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